Me mataste, pero qué tetas.
Tenías, y supongo, seguirás teniendo.
Bien puestas, en tu pecho, en mi cabeza.
Nunca dejaron de estar, de hecho.
Me jodiste, pero qué tetas.
Pusiste sobre la mesa, entiendo.
Que no era la recompensa. No.
Pero el tiempo borra el resto.
Quedan tus tetas, hermosas,
ricas y excelsas, morenas,
traicioneras, deliciosas,
el vestido negro de seda,
qué cabrón, acariciándolas,
y el instante en esa cena
en que levantamos nuestras copas
y al fondo, siempre, tus tetas.
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8 comentarios:
Bravo!
Me ha recordado en cierto modo a la obra de teatro surrealista que presencia el Payaso cuando va al teatro y ve al Gañan, en la hora chanante.
La misma sensación.
Que real es el dolor, tan real como el amor. Menos mal que podemos disfrazarlo a nuestro antojo.
Jon
Sí, es lo que tiene la memoria selectiva. "Si te visto no me acuerdo..." ¿Quién coño decía eso? En fin...
Así se habla, demonios.
Si es que tiran más dos tetas que cien mil millones de cuádrigas o audis, te lo dice una romana "pecholata".
Ernesto estás desaparecido, como el final del sufrimiento tras una pérdida que parecia no terminar de perderse...
Al parecer estás perdido, como la lógica que alimentaba un ideal falso que ahora descubre otra realidad mas ... ¿falsa?
Al parecer has ganado.
Jon
Puedes llegar a pasar de un coño carnoso, de una cara pluscuamperfecta, de unos labios carnosos que te digan bébema..., pero no sé qué tendrán las tetas que te suleveyan y te joden la voluntad de esa manera.
Bravo por su poema y bravo por esas tetas morenas, mendiós!
Ánimo a una próxima entrega poética, quizá en exceso íntima, hay está el quid, titulada COÑO.
Bravo por tus Tetas, las del poema, quicir. Eso es poesia y no lo que se publica.
Encontrarás otras, de mil tamaños, de mil colores, del mil pezones, de mil sabores, de mil sujetadores... Pero siempre recoradarás esas tetas, porque fueron las que te atraparon y después te matrataron.
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