Para romperte los esquemas,
incido en lo de siempre,
tratados de impaciencia,
indicios que se tuercen.
Tengo una tendencia
a desechar la suerte.
Ridículo es el paso,
incluso irreverente,
de la angustia masticada,
revelada en dos vertientes.
Una, que despierta,
enmarcada entre tus dientes,
jóvenes, pero helados.
Otra, impertinente.
Entiendo tu postura,
sirva este despiece.
Para romperme los esquemas,
uso tres palabras,
tinta, sexo, espera,
a tu boca hipotecadas.
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