sábado, 10 de mayo de 2008

El esquiador dadaísta 1:10

Para ser dadaísta, un esquiador ha de ignorar por completo que lo es y no debe, ni tan siquiera, intuirlo. El esquiador asumirá que la autoconsciencia del ser constituye el primer paso para dejar de ser, y por ello vivirá ajeno a su calidad, a pesar de la evidencia y del punto de vista de octavas personas, respondiendo con cinismo a los requerimientos de todos aquellos que pudieren necesitar su talento vanguardista para solucionar incidencias de carácter doméstico. Un esquiador de educación dadaísta nunca hará uso de su propia identidad en tertulias de ascensor y parquímetro, y en modo alguno podrán establecerse vulgares conversaciones en torno a su hipotético estatus de esquiador. En el caso de ser descubierto, y si el contexto no facilita otra salida, el esquiador estará obligado a guardar silencio y mantener la mayoría de los dedos dentro de los bolsillos, palpando algún objeto de textura aterciopelada que favorezca la laxitud momentánea del rictus. Con la intención de diluir la curiosidad de eventuales advenedizos, el esquiador optará por rememorar con insistencia las hazañas de atletas soviéticos previas a la caída del muro de Berlín, y no acabará hasta que al menos uno de sus interlocutores se haya taladrado los oídos con un destornillador americano. El esquiador, dada su condición, ísta su timidez, escogerá precipitarse a un abismo cuatricromático con la lengua envuelta en papel pinocho antes que desnudar su anodino currículum en programas de divulgación gástrica.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Llevo un rato echando un vistazo y he de decirte que tienes un blog muy currado y unas entradas que denotan que sabes de la materia aunque esto del esquiador dadaista, me ha dejado a cuadros.
Muy bueno lo de la felación gratuita...quien diría que no? XD
Un saludo
Frank

El Hombre de la Pústula dijo...

Yo gusto también de disimular mi propia identidad y hacer oídos sordos a toda charla que no tenga nada que ver con la dominación del mundo o las aventuras que viviera el capitán Haddock cuando aún se afeitaba. Pero en lugar de sobar la tela de mis bolsillos, he practicado en ella orificio para poder palparme a gusto el bubón que tiempo atrás me brotare en la ingle. Así es.

Saoirse dijo...

¡Qué entrada tan buena para una noche de insomnio!

Gracias.

Anónimo dijo...

PENE

Anónimo dijo...

Blanca Fernández Ochoa no es dadaísta. Juanito Muehlegg sí lo es.
Un minuto de silencio por Paco Fernández Ochoa, que no era ni lo uno ni lo otro